Tras los escuadrones de tumbonas y sombrillas listos en formación para acoger cada mañana la habitual invasión del verano, la Costa del Sol aún esconde sorpresas muy seductoras. Toneladas de estilo para gente que combina paseos solitarios en playazos nudistas con chiringuitos a la última, donde los mejores dj's se recrean en sus malabarismos electrónicos a la puesta de sol. Los contrastes hacen que en la segunda provincia más montañosa del país con un litoral de 160 kilómetros pervivan descubrimientos fascinantes más allá de los folletos, obcecados en seducir a las familias urbanitas con una segunda residencia en novena línea de playa.
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