Toda su vida ha estado rodeada de animales (irracionales, entiéndase), pero cuando viajó al Amazonas venezolano eran los bichos (insectos, entiéndase) los que lograron soliviantarla. Valga como carta de presentación de esta cantante que, tras un largo exilio, regresa con el disco Pagando condena.Y a usted ¿qué se le perdió en la selva venezolana, si puede saberse?Me tira mucho el mundo indígena, así que pasé varios meses en la frontera de Venezuela con Colombia. Allí lo más conocido es la catarata El Salto del Ángel, que se ve desde la avioneta, y lo suyo es subir en balsas que te llevan a los poblados.
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