Se ha puesto de moda casi de repente. De los arcanos y confusiones de una geografía nominal, mal aprendida, Riga ha pasado a ser un destino tentador, como antes lo fueran Praga o Budapest. La capital de Letonia -un país el doble de grande que Bélgica- es la más populosa y brillante entre las ciudades de las tres repúblicas bálticas. Y ha sido distinguida por la Unesco como patrimonio de la humanidad basado en tres partidas: su casco antiguo, sus suburbios de madera y el fabuloso conjunto de arquitectura modernista.La ciudad, fundada en 1201 por un obispo teutón llamado Alberto, mantuvo durante siglos un casco viejo de sabor tudesco, como puerto hanseático de escaso y próspero vecindario.
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