Las balas perdidas causan un muerto cada seis días en Río de Janeiro, lo cual no impide que la ciudad sea única, abierta e irresistible. Alegre por antonomasia, resulta extrañamente familiar. Representa la seductora imagen de la despreocupación, del goce vital por encima de todo. Fútbol, playa, samba y sexo son coordenadas mágicas de uno de los destinos preferidos del turismo.Delante de la fastuosa iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria se alza una espeluznante cruz de color verde en memoria de los ocho niños de la calle asesinados en 1993 por un escuadrón de la muerte.
Categorías:
Etiquetas:
0 comentarios
¿Quieres comentar? Regístrate o inicia sesión