La Uno, la Dos, la Tres, la Cuatro, la Cinco, la Seis, la Siete, la Ocho... No parece una manera original de numerar las habitaciones de este hotelito segoviano, pero es ciencia exacta: ocho y sólo ocho piezas tiene la casa "rara" de Carrascal de la Cuesta, que es como el vecindario la presenta a todo viajero que llega con aire extraviado después de recorrer mil veces la carretera entre Sotosalbos y el pueblo de marras. Todo porque su arquitectura rompe con la linealidad habitual de los tejados a dos aguas mediante un cubo mórbido en el centro que magnifica su fábrica contemporánea. Una pista de tierra añade extrañeza al experimento.
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