En casi todas las zonas vinícolas españolas existen bodegas con tiendas de venta al público. Incluso empiezan a proliferar las que disponen de pequeños restaurantes, al más puro estilo del Napa Valley californiano, donde se ofrecen menús desenfadados destinados a realzar los vinos elaborados en sus instalaciones. Lo que no es tan habitual es que una almazara se transforme en un minicomplejo donde se alojan un restaurante y unos grandes salones para la celebración de eventos. Éste el caso de La Boella, una gran masía del siglo XII, próxima a la costa tarraconense, situada en medio de un olivar de 250 hectáreas, con tantos pabellones, cavas subterráneas y jardines anexos, que el asunto de la producción de aceite, actividad fundamental, casi parece un mero accidente.
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