Despertar sin apenas fatiga un poco antes del amanecer, cuando aún hay una oscuridad cerrada alrededor de la ventanilla del avión y la ciudad abajo es un legendario destino con luces diminutas temblando en las laderas de las colinas. Hay lugares en los que uno entra por primera vez y a los que, sin embargo, tiene la sensación de haber llegado ya hace tiempo por mediación de algún sueño. Recuerdo vagamente 'una carretera plateada y polvorienta entre los árboles.
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