En San Francisco, el aire huele a pan sourdough (de masa madre), la neblina cubre sus 43 colinas y el tiempo discurre a 24 fotogramas por segundo. Hay que moverse rápido. Atravesar el Golden Gate e intentar escaparse de Alcatraz. San Francisco rezuma clase y un aroma añejo a tabaco y bourbon. Sus empinadas calles, escenario de un centenar de películas, nos recordarán que estamos en tierra de buscadores de oro, damas con guantes y hombres con gabardina y pitillo entre los labios.
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