En toda Europa, los pueblos se enfrentan a una situación similar: las formas de vida y de producción practicadas durante siglos han sido desbancadas por el desarrollo industrial, los más jóvenes se marchan a las grandes ciudades y sólo quedan los ancianos y casas cada vez más ruinosas. En Italia, además, no son pocos los pueblos situados en las crestas de los Apeninos, lejos de las vías de comunicación rápidas y, por tanto, al margen de la percepción pública. Una de esas localidades, Santo Stefano di Sessanio, en los Abruzos, debe su reactivación a un mecenas, Daniele Kihlgren, que descubrió este lugar en sus tiempos de estudiante y le gustó tanto que unos años después, provisto de los medios necesarios, compró masivamente las casas vacías de la localidad y las transformó en un albergo diffuso, expresión que en castellano vendría a significar "albergue diseminado".
Categorías:
Etiquetas:
0 comentarios
¿Quieres comentar? Regístrate o inicia sesión