A la montaña, en invierno, ya no se va sólo a esquiar. Los aficionados siguen buscando, como antaño, buenas laderas para deslizarse pero también la posibilidad de completar su estancia con otras oportunidades de ocio que permitan salvar, por ejemplo, una jornada arruinada por el mal tiempo. Las estaciones lo saben y por eso diversifican cada vez más su oferta. Ya no es extraño encontrarse bares con música y ambiente caribeños a dos mil metros de altura, hoteles de hielo, miniparques de atracciones para los más pequeños junto a los remontes, locales con mucha marcha abiertos hasta altas horas, piscinas de agua caliente al aire libre, servicio de cava en cualquier zona de la montaña (como se va a hacer este año en Cerler) o una enorme variedad de deportes alternativos: desde los simples paseos con raquetas hasta las sofisticadas motos de nieve o la conducción sobre hielo.
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