Cuando la haussmannización modernizó quirúrgicamente el rostro de París a mediados del siglo XIX, con el objetivo de elevar de categoría la ciudad y convertirla en la capital no sólo de Francia, sino del mundo, muchos fueron los aristócratas y burgueses que quisieron exhibir su estatura social y su poderío económico en los nuevos bulevares crecidos sobre las ruinas de los pueblos limítrofes de la ciudad, y para ello levantaron ostentosos hôtels particuliers, o sea, encopetados palacetes que convirtieron aquellas rutilantes avenidas en lo que Zola llamaría "escaparates de riquezas". Édouard André, heredero de banqueros, oficial brillante y hombre de mundo con una billetera y un corazón sensibles al arte, encargó la construcción de su mansión a Henri Parent, y éste levantó un palacio junto a los Campos Elíseos al más puro estilo Luis XVI que sería presentado en sociedad en 1875. Unos años antes, en 1872, André también había hecho otro encargo artístico, aunque de menor envergadura: un retrato.
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