Sobre un secadero de pimientos y tinadas del siglo XX, Carmen Menéndez y Alberto García edificaron su sueño como huida definitiva de Madrid, donde vivían. Durante el verano de 2001 decidieron trasladarse a la comarca cacereña de La Vera, entre el valle del Tiétar y la sierra de Tormantos, en una zona protegida de 500 hectáreas próxima al lugar donde el emperador Carlos I demostró que uno podía vivir alejado del mundanal ruido. Los trabajos de rehabilitación del secadero, recogidos en un libro expuesto junto a la chimenea central del salón, fueron minuciosos e incluso audaces en el diseño minimalista de los espacios interiores. Una escalera suspendida con barandilla de hierro, peldaños de roble y entreplantas de cristal constituye el mayor atractivo arquitectónico de la casa.
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