Dentro del mundillo hostelero suele ser una garantía de seriedad que cualquier nuevo restaurante se haga famoso antes de que las guías gastronómicas y la crítica especializada acaben por descubrirlo. En una angosta callejuela de Torremolinos (Málaga), medio escondido en un angustioso entorno desprovisto de aparcamientos, se halla este raro establecimiento que ocupa el ático de un vetusto edificio. Lugar desconcertante que sólo trabaja por las noches y al que se accede por un misterioso ascensor situado al pie de la misma acera.
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