Hamburgo huele a comercio, a intercambio de mercancías transportadas entre canales. Es la esencia de una ciudad que comenzó a brillar en la Edad Media como parte de la poderosa Liga Hanseática, que controló el comercio del norte de Europa. Esta ciudad-Estado de mercaderes, nunca sometida a ningún rey ni nobleza, sigue siendo casi mil años después uno de los mayores puertos del mundo, además de sede de medios de comunicación, editoriales e industrias aerospaciales. La cuna de Hans Castorp, el protagonista de La montaña mágica, de Thomas Mann, presume de ser una de las regiones más ricas del continente, tras París, Londres y Milán.
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