El cambio radical de Bilbao arranca en 1990, cuando empiezan las obras del metro de Norman Foster, la primera gran obra de firma. No fue porque a alguien se le ocurrió esa brillante idea. "Fue producto de la necesidad", explica Ibon Areso, arquitecto y artífice de la gran transformación, que nos recuerda, ahora como primer teniente de alcalde, los antecedentes. Bilbao era una ciudad con monocultivo de industria pesada que entró en una grave crisis entre los años setenta y ochenta. El deterioro medioambiental y urbano alcanzó cotas insostenibles, agravado por un problema de marginación grave y los años de plomo del terrorismo.
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