El mérito de la Domus romana de Julióbriga, que abrió sus cancelas en 2003 en Campoo de Enmedio, a las puertas de Reinosa (Cantabria), es que nos hace sentir, dos mil años después, la realidad cotidiana de unos seres de carne y hueso entre sus cachivaches domésticos. Es la reconstrucción minuciosa de una de las viviendas de la ciudad romana. Cuando uno entra en el patio central o impluvium, cerrado por un atrio columnado, sólo espera ver salir al ama de casa a hacer los recibimientos; es una estatua lechosa de Diana la que da la bienvenida.
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