Pareciera como si los artífices góticos (el Cristo es del siglo XV) hubieran tallado el extraordinario calvario para los ojos -asombrados, fascinados- de los hombres y mujeres del tercer milenio. Esa sensación se percibe gracias a los 53 peldaños que conducen hasta lo más alto del barroco retablo -nogal bañado en pan de oro, de finales del XVII- de la iglesia del monasterio de Santa María la Real. La oportunidad la brinda la exposición Nájera, legado medieval, que permanecerá abierta hasta el 1 de noviembre.La muestra cuenta la historia de la Civitas Dei, la ciudad de Dios de la que hablaba san Agustín: un universo marcado por la espiritualidad, que convivía con la ciudad terrena, presidida por el cuidado del cuerpo (se exhibe parte de la botica, cedida por el Museo Alcón Cusí de la Real Academia de Farmacia de Cataluña, que la alberga), del intelecto (de su biblioteca, Alfonso X el Sabio tomó prestados numerosos volúmenes -que nunca devolvió- para redactar la Crónica general de España) y aun de los sentidos: el cultivo de la vid convertido en cultura.
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