Cuatro años después de su inauguración, el hotel que asombró a los medios internacionales por su inusitada propuesta arquitectónica merece ya un sosegado balance. Muchos advirtieron el error de su emplazamiento periurbano en un Madrid que vive lo mundano básicamente en su almendra central. Otros criticaron la desorbitada inversión llevada a cabo por los responsables de la cadena Silken, que contrataron sin miramientos a una pléyade universal de 18 arquitectos y diseñadores muy excedidos en su caché. Hoy, los números no salen, y sus datos de ocupación figuran entre los más precarios de la hotelería cinco estrellas en la capital.
Categorías:
Etiquetas:
0 comentarios
¿Quieres comentar? Regístrate o inicia sesión