Tienen una misión: saludar y sonreír. Y no les pagan por ello. Se llaman greeters, algo así como saludadores. Son unos 350 neoyorquinos de entre 18 y 80 años, y en sus ratos libres llevan de paseo a los turistas por las calles de los barrios de Brooklyn y del Bronx. Cuentan los cotilleos de los vecindarios en más de 30 idiomas, recomiendan las mejores tiendas, enseñan los lugares emblemáticos o explican cómo funciona el transporte urbano. No son vecinos ilustres ni glamourosos, como Paul Auster o Sarah Jessica Parker, pero conocen su ciudad muy bien y prestan el servicio de guía gratis.
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