Recorrer la provincia de Segovia deja en el viajero la sensación de pasar de largo por lugares en los que debería parar. Todo depende del tiempo del que se disponga, pero si el plazo es un fin de semana, la manera de evitar la frustración es fijarse un itinerario férreo. Así que atravesamos Segovia, dejamos atrás el acueducto, cogemos la carretera de Valladolid, no entramos en Zamarramala, aunque a nuestros oídos llegan los ecos zarzueleros de esa alcaldesa que se elige por un día. Pero no nos dejamos arrastrar por los cantos de sirena, porque nuestro destino es Turégano y, desde la ventanilla del coche, vemos campos de trigo, gavillas y aves rapaces a la caza de culebras y ratoncillos.
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