Después de superar inacabables reformas, el restaurante Kabuki ha desembarcado en el hotel Wellington madrileño. Por fin, el cocinero Ricardo Sanz dispone de los medios que deseaba para, en un ambiente de lujo, realzar la singularidad de sus recetas. Un nuevo local en el que cada detalle ha sido pensado con detenimiento: el interiorismo es de Maurice Sainz, de la empresa MS Design de Marbella; los platos de cerámica están firmados por Abraham Lacalle, de la galería Marlborough; los postres, diseñados por el pastelero catalán Oriol Balaguer, y la carta de tés, apabullante, de la tienda Madame Chen parisiense. Ornamentos que en nada afectan las creaciones de Sanz, cocinero autodidacto que ha sido capaz de desarrollar una revolucionaria versión del sushi ibérico.
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