FASCINANTE la visita al oasis de Siwa, tan diferente al resto de Egipto, cerca de la frontera con Libia y que sólo lleva unos veinte años con una carretera asfaltada al mundo exterior. Ya el viaje en autobús desde Alejandría deparó una sorpresa inusual: había llovido el día anterior y el desierto estaba literalmente cubierto por una manta de agua durante un buen trecho.Después de siete horas en carretera, descanso para la vista con los primeros verdores del oasis. Carretas de burritos maltratados por los chiquillos taxistas se ofrecen pertinazmente a llevarte al hotel, situado a las afueras del pueblo entre palmeras y olivos.
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