Era agosto de 1934 y Marc Chagall -que se refugiaba temporalmente en Tossa de Mar, Girona, del gigante nazi- tildaba de "paraíso azul" al pueblo que lo acogía. El mismo que recuerda con una estatua a Ava Gardner, allí donde ella "fue feliz como una loba, y su fantasma sale de la estatua y se pasea por la bahía de Tossa, y por la calle Moltó y por la cala Bona, y en noches de luna llena llega hasta la cala de Giverola y la cala del senyor Ramón", como escribió el malogrado novelista chileno Roberto Bolaño, que vivió durante años en la cercana Blanes.Es verano y no toda la costa española está atravesada de música, fiesta y muchedumbres. En Tossa de Mar la Costa Brava se vuelve tranquila -Es Codolar, una de las tres playas del casco urbano, así lo testifica- y, para muchos, la atracción principal no es otra que el paseo callado por la parte amurallada del casco antiguo camino del faro.
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