La película era facilona y cursi. "Un temible melodrama exótico (...). Tan inconsistente como imprescindible", escribía un crítico poco después del estreno de La mandolina del capitán Corelli. Desde luego, no hizo mucho por la carrera de ninguno de sus protagonistas, Penélope Cruz y Nicholas Cage. Pero sí cambió la vida en el lugar donde se desarrolla, Cefalonia, una diminuta isla griega que vio aumentar las reservas hoteleras en un 75% y el número de turistas de 34.000 a 100.
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