En un archipiélago donde los ríos fluyen sólo en la imaginación y se recoge avaramente hasta la última gota, dar con los manantiales más caudalosos de Canarias adquiere tintes épicos, memorables.La excursión senderista a los nacientes de Marcos y Cordero, al noreste de La Palma, lo es a la postre al barranco de los Tiles, que registra la mayor pluviosidad de las islas, formando espesuras que nada tienen que envidiar a Garajonay (en la isla de La Gomera). Los Tiles sintetizan todos los aspectos que adjetivan a La Palma como Isla Bonita y fueron el germen que impulsó la declaración al resto de la isla como reserva de la biosfera.La razón de estos mil verdes intensos hay que buscarla en el anticiclón de las Azores, que actúa como generador y emisor de vientos de componente noreste que humidifican la cara oriental de La Palma.
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