Anochece a las siete. Y ese sábado de febrero el ambiente rural castellano ofrece al visitante escaso refugio acogedor en Quintanilla de Onésimo (el sistema informático se empeña en corregir lo que considera un error y escribe enésimo), pueblo vallisoletano de semblante adusto como el político que le hizo famoso, José María Aznar, que, desde 1987 y hasta sus etapas como presidente del Gobierno, acudía allí a inaugurar sus cursos políticos.De repente, el invierno cambia: una cuidada iluminación, una copa de un buen vino poco conocido -Pico Cuadro-, la chimenea encendida, el rumor de una presa en el río, grandes ventanales hacia una chopera desnuda, gruesas paredes de piedra actualizadas con una decoración minimalista de gusto nórdico -también estricta, pero serena; de las que dan calma, no de las que te desabrigan-. Es la posada Fuente de la Aceña (www.fuenteacena.com; 983 68 09 10.
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