Esto sí que es turismo rural. A ninguno de los Clavero y Fernández de Córdova se les han caído los anillos por arrimar el hombro en la restauración de su cortijo rondeño y ejercer de anfitriones comedidos con los primeros viajeros que van recalando por el lugar. Como es de suponer en los últimos paraísos de la geografía meridional, el acceso es intrincado y dificultoso, aunque está bien señalizado mediante paneles compartidos con otra joya de la hotelería rural: la Fuente de la Higuera.Un viejo conocido de los hoteles con encanto, el arquitecto Pedro Enrique Santos Buendía, ha echado una mano en las tareas de rehabilitación con el tiento que ya demostrara en su antigua Posada Real y en otras urdimbres posteriores tan beneficiosas para Ronda.
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