"La heroica ciudad dormía la siesta". Así, con ironía, comienza La Regenta de Leopoldo Alas Clarín, la gran novela española del XIX cuyo escenario es Vetusta, un trasunto de la ciudad de Oviedo. Se duerme bien la siesta en Oviedo, cuando, después de un almuerzo copioso, las calles se quedan desiertas y sólo el sonido de las campanas de la céntrica plaza de la Escandalera rompe el sosiego a cada hora. Para asombro del visitante, la melodía que tocan las campanas es el himno de la región (y de los borrachos, dicen), el inigualable Asturias, patria querida.
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