Ninguna ciudad renuncia a sus pequeños jardines, pero los oculta, por si acaso, a la mirada codiciosa de los intrusos. Convertidos en recintos secretos, nos cautivan porque están hechos a escala humana.Madrid cuenta con una larga lista de jardines.Para comenzar esta historia hay que retroceder al famoso plano de Teixeira, que nos muestra cómo era la villa y corte en 1656 y donde las que hoy llamaríamos zonas verdes ocupaban casi una tercera parte.
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