Cuando lanzaron a Santa Tecla a los leones, éstos le lamieron las heridas. Cuando la quisieron quemar, el fuego atacó a sus verdugos. Cuando se retiró como anacoreta a una cueva, los soldados impíos quisieron atacarla y ella oró para conservarse pura. La cueva se le cayó encima; sólo quedó fuera un brazo. De aquello queda una fiesta que cada mes de septiembre (del 15 al 24; web.
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