Conviene visitar Peña con alma de zoom y no quedarse sólo con la lejana postal que muestra un espectacular bastión despoblado y colgado de una colina. Si sólo con eso volviéramos a casa, nos llevaríamos una buena foto pero sin duda nos faltaría su reverso, es decir, la intrahistoria. Aunque la subida demore algo más, conviene aproximarse a Peña hasta poder aplicar la lupa y descubrir que la magia del lugar nos espera en los detalles: un aviador caído, una tumba fortuita. ¿Suena a relato de hoguera? Lo es.
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