¿Quién no ha puesto alguna vez los pies en el museo más visitado de España? En un primer acercamiento, la intención suele ser buscar las obras más célebres y marcarlas mentalmente con la crucecita que indica que las hemos visto en directo. En visitas posteriores quizá nos centremos en una escuela o pintor concretos, y es que para sacarle partido a este santuario del arte hemos de acudir a él con frecuencia.El Prado puede parecernos un ente inamovible, un asidero cultural que nos acompañará durante el resto de nuestra vida mostrándonos siempre los mismos tesoros mientras nosotros vamos evolucionando, pero una mirada actual al museo desmiente esta inmovilidad: el Prado está vivo, se amplía, se acicala y muta para permitirnos ver todos sus perfiles, como si de una obra cubista se tratase.
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