Si lo que busca el viajero son vestigios, la torre cilíndrica de Mota del Marqués, en la A-6, no le defraudará. Desde el altozano distinguirá las antiguas tierras del marqués de Ulloa. Los trigales y patatales no han cambiado, pero ahora se alternan en el paisaje con parques de placas cerámicas que vampirizan la energía del tradicional sol de justicia de estos páramos. Junto a la iglesia de San Martín, unos viejos juegan a la petanca y cientos de palomos vuelan un vals.
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