Aunque el epicentro se focaliza en Copenhague, la convulsión alcanza a Estocolmo y a la diminuta isla sueca de Oaxen. Lo que está sucediendo en Escandinavia desde un punto de vista culinario (Dinamarca y Suecia básicamente) tiene tintes de revolución acelerada. Hace pocos años habría sido impensable incluir estos enclaves entre los destinos gastronómicos europeos. Ahora, ya no es un disparate.
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