De aquel edificio en ladrillo rojo que diseñara el arquitecto Sainz de Vicuña en los años sesenta no queda mucha huella. Ahora se ha levantado sobre sus cimientos y en parte de su estructura otro de nueva planta más moderno y luminoso que aquél, mejor ordenado y dotado de mejores vistas sobre la ciudad de Soria. El valle del Duero en una buena extensión y el bosque que se descuelga, hoy otoñal, por el parque del Castillo tocaba a rebato entre las filas de la red estatal para que se ejecutara en este altozano de las afueras una remodelación integral del parador. Y así se hizo en 2005, que alumbró un edificio de doble cuerpo en hormigón armado y con fachada de ladrillo cerámico con miradores acristalados y cubierta de teja a dos aguas.
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