Pocas veces un viajero puede experimentar la sensación casi infantil de echar un borrón en la página blanca más grande del mundo; de transformarse en una interminable línea negra, un tiznajo, justo cuando el sol, en su caída al atardecer, proyecta las sombras hasta el infinito, convirtiendo en gigantesco el más pequeño obstáculo que encuentra a su paso. Pisar el suelo inmaculado del salar de Uyuni, una inmensa superficie, lisa como una hoja de papel, que se extiende a lo largo de casi 12.000 kilómetros cuadrados en el corazón del altiplano de Bolivia, a 3.
Categories:
Tags:
0 comments
Do you want to comment? Sign up or Sign in