La riojana sierra de Cameros oficia hoy de pariente pobre frente a las más copetudas de la Demanda y la Cebollera. Antes no fue así: Cameros resultó capital durante la trashumancia, y en el siglo XVIII llegaron a ramonear por sus alturas 400.000 merinas. Tal necesidad de pasto explica la tala de bosques y el aspecto desnudo de unas cumbres que, por su morfología redondeada, con frecuencia amesetada, hablan de por qué las buscaban los ganaderos.
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