A las cuatro de la tarde de un sábado, en las inmediaciones del centro comercial La Part de Dieu, en Lyón, no cabe un alfiler. Hace tres horas que los franceses han comido. Como evitan la siesta, en casa ya no tienen donde meterse. Desde ahí se impone la vista del edificio Le Crayon. A su lado, el mercado Les Halles Paul Bocuse homenajea al chef, que sigue comprando ahí, a la vez que insinúa refinamiento gastronómico.
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