El monte Larrun o La Rhune tiene el privilegio de contar con un tren cremallera que desde hace más de ochenta años llega a su cima por el solo capricho de contemplar el paisaje. La primera en ver las posibilidades turísticas del lugar fue Eugenia de Montijo. La esposa de Napoleón III movilizó en 1859 a toda su corte, asentada en Biarritz, para subir a la cumbre, desde donde podría contemplar el territorio español y disfrutar de la naturaleza. Senderista en potencia o romántica empedernida, lo cierto es que la emperatriz andaluza no fue consciente del revuelo que armó con su cortejo de damas encorsetadas subiendo a lomos de mula los 905 metros del Larrun, pero su iniciativa no cayó en saco roto.
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