Para descontaminarse del consumismo, las exigencias de los tiempos modernos y el estrés, nada mejor que escaparse durante un par de semanas a Myanmar, antes conocido como Birmania: visitar ese país asiático se asemeja mucho a un viaje en el tiempo, medio siglo atrás. En este país mayoritariamente budista, formado por casi un centenar de etnias y constreñido por una férrea junta militar, no funcionan la Visa ni los cheques de viaje, no hay cajeros automáticos, y conectarse a Internet agota la paciencia del más santo. Allí, uno se olvida de la moda, la dieta, el parquímetro y el centro comercial: las mujeres lavan la ropa en los lagos, los hombres se asean en los ríos y los críos juegan con neumáticos a modo de flotadores en la playa.
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