Phnom Penh, además de un nombre impronunciable, es una de las ciudades más desconocidas de Asia. En 1975, la que fuera la capital más hermosa de Indochina pasó a ser una ciudad fantasma. Los jemeres rojos deportaron a sus dos millones de habitantes a campos de trabajo agrícolas, donde muchos murieron de hambre. Hoy, Phnom Penh ha recuperado gran parte de su población (tiene un millón y medio de habitantes) y sigue creciendo, aunque no se parece a las grandes capitales del Sureste asiático llenas de rascacielos. Los caserones coloniales en ruinas se mezclan con los puestos de comida ambulantes y el caos de los miles de motos (a veces hasta con cinco ocupantes).
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