Un antiguo adagio japonés dice: "Durante su juventud, el hombre ama a las mujeres; en la edad madura, las artes, y en su vejez, su casa y su jardín". Esta aguda observación puede ser recordada mientras se sube por la empinada senda silvestre que conduce al Museo Iván Turguéniev, en Bougival.A media hora de París (unos 15 kilómetros por carretera o en tren), este pueblecito lírico y florido, refinado, con recios caserones y pequeñas calles serpenteando entre residencias privadas, esconde su baluarte. Levantada sobre el claro de un bosque, flanqueada por suaves laderas y el río Sena, la propiedad del escritor ruso Iván Turguéniev (Orel, 1818-Bougival, 1883), un antiguo pabellón de caza junto al que construyó su magnífica residencia estival, surge a la vista como una frase novelesca.
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