Ha visto alguna vez cómo brillan los ojos de los caimanes cuando quedan deslumbrados por la luz de una linterna? En medio de la noche amazónica, cuajada de estrellas, parecen dos más que se hubieran quedado pegadas a la orilla del río, del mismo color terroso que la piel de los animales. Grandes y quietos, los caimanes del Madre de Dios sólo se inmutan cuando la canoa se aproxima demasiado a la ribera. Entonces, majestuosamente, mueven su largo cuerpo y se zambullen en el agua.
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