La discreción es su sello. Pone en diminutivo referentes urbanos (Puentecillas, Jardinillos, Sotillo, vinillos) y se puede recorrer a pie en un pispás. A menos que uno se entretenga en sus múltiples tentaciones verdes y riberas del Carrión. Discreta, pero no le faltan timbres: es más vieja que los romanos, aquí se gestó la primera universidad española y aunque nunca perdió cierto aire episcopal y levítico -iglesias, conventos, asilos y hospitales en cada esquina-, la Ilustración y el Progreso (con mayúsculas) irrumpieron con fuerza. Primero fue el Canal de Castilla, los batanes, las mantas.
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