El Estado de Alagoas es uno de los más pobres de Brasil. En compensación, los dioses le han regalado 230 kilómetros de playas aún vírgenes que comienzan a ser destino de un turismo diferenciado: el que busca, más allá del confort de los grandes resorts, el encuentro con la naturaleza. Situada en el noreste de Brasil, la belleza natural de Alagoas -con la dulzura innata de sus gentes- se multiplica en un mar que refleja una docena de tonalidades de verdes y azules. Aguas a 26 grados de temperatura a cualquier hora del día y de la noche, al estar abrigadas por inmensos arrecifes de coral.
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