Para quienes hemos nacido y crecido en la ciudad y en verano íbamos a ver a los abuelos o tíos en un pueblo playero del Mediterráneo, la cultura porcina suele estar reducida a lo alimenticio: las chuletas y el jamón serrano, los embutidos, o, con un poco más de arrojo, el morro o la tripa. Soy un absoluto incondicional de la carne del cerdo y de todos sus derivados, incluso los más recónditos; pero nunca había estado en la matanza de un cochino, rito que tiene, sin embargo, una larga iconografía artística y al menos un capítulo memorable en esa obra maestra de John Berger llamada Puerca tierra (Pig earth). La matanza a la que asistí se celebra, con cierta escenografía y prosopopeya, no en una aldea campestre, sino en El Burgo de Osma, la bellísima ciudad soriana, y aun así, mientras la veía no pude quitarme de la cabeza las páginas de Berger, leídas hace dos o tres años.
Categorías:
Etiquetas:
0 comentarios
¿Quieres comentar? Regístrate o inicia sesión