No siempre resulta fácil el relevo generacional en el mundo vitivinícola, y mucho menos si la bodega en cuestión se encuentra ubicada en una zona tan tradicional y poco amiga de cambios como es La Rioja. Por eso resulta gratificante comprobar cómo Santiago Ijalba García, excelente profesional con más de 40 años a sus espaldas haciendo vino, es capaz de dejar las riendas de su bodega en manos de su hijo Roberto, un bien formado y baqueteado enólogo, lleno de ideas, con el rigor del padre y la audacia creativa de su juventud. Sabia decisión que se manifiesta, impetuosa, en el diseño de vinos muy actuales y atractivos, como éste Irep (vino, en el antiguo Egipto), muy al gusto desenfadado de las nuevas generaciones, pero con la genética de todo buen rioja.
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