De un día para otro ha crecido en esta ciudad Patrimonio de la Humanidad un enorme jardín semisubterráneo de estilo japonés, que no se ve desde la calle, y en el que se agazapan un centenar de habitaciones. En él abundan las cañas de bambú; la madera y los ventanales de acero; los tonos neutros, ocres, blancos y negros en las superficies; las piedras y cortezas decorativas esparcidas por el suelo; las luces que suben y bajan, aumentan o disminuyen su intensidad, reguladas por el propio sol; los paneles en malla metálica que se corren, se abren y cierran, realzan u ocultan zonas de fachada..
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