El imparable ritmo del crecimiento inmobiliario en España justifica el auge de la oferta hotelera en 2005. Nada extraño en un país que se considera la tercera potencia turística del mundo. Ante el previsible aterrizaje suave de los precios en el mercado residencial, inmobiliarias y constructoras ponen sus ojos en el alojamiento turístico, especialmente el urbano, pese a la caída de la ocupación media sufrida por el sector el pasado verano y a los avisos de crisis sobre el exceso de oferta. Más de 100.000 nuevas plazas hoteleras están previstas para el bienio 2005-2006, el 80% de las cuales corresponde a establecimientos de tres y cuatro estrellas.
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